LIBRETO
IMPOSICIÓN DEL PALIO ARZOBISPAL
IMPOSICIÓN DEL PALIO ARZOBISPAL
19.07.2024
RITOS INICIALES
CANTO DE ENTRADA
(Rey y Sacerdote - P. Martins)
JESUCRISTO, HAZ DE NOSOTROS UN PUEBLO SACERDOTAL
PARA DIOS, NUESTRO PADRE.
A ÉL LA GLORIA Y EL PODER POR LOS SIGLOS.
Hoy te cantamos, oh Hijo Predilecto del Padre,
hoy te alabamos, Ciencia eterna y Verbo de Dios.
Hoy te cantamos Hijo de María, la Virgen,
hoy te alabamos, Cristo nuestro hermano y nuestro Salvador.
A ÉL LA GLORIA Y EL PODER POR LOS SIGLOS. ℟.
Hoy te cantamos, Luz de esplendor eterno,
hoy te alabamos, Estrella de la mañana que anuncia el día.
Hoy te cantamos, Mesías esperado por los pobres,
hoy te alabamos, oh Cristo nuestro Rey y Príncipe de la paz.
A ÉL LA GLORIA Y EL PODER POR LOS SIGLOS. ℟.
Hoy te cantamos, Cordero de la Pascua eterna,
hoy te alabamos, víctima inmolada por nuestros pecados.
Hoy te cantamos, Cristo salvador inmortal,
hoy te alabamos, por tu muerte y resurrección.
A ÉL LA GLORIA Y EL PODER POR LOS SIGLOS. ℟.
Hoy te cantamos, mediador entre Dios y los hombres,
hoy te alabamos, oh Ruta viviente del cielo.
Hoy te cantamos, Sacerdote de la Nueva Alianza,
hoy te alabamos, Tú eres nuestra paz por la sangre de la cruz.
A ÉL LA GLORIA Y EL PODER POR LOS SIGLOS. ℟.
Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
℟. Amén.
La paz esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
El Nuncio introduce la celebración con sus propias palabras, si así lo requiere.
PROFESIÓN DE FE Y JURAMENTO
A continuación el Arzobispo, en frente del Nuncio, hace la profesión de fe y el juramento:
Yo, Pablo Rudelli, creo con fe firme y profeso todas y cada una de las cosas contenidas en el Símbolo de la fe, a saber:
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
Creo, también, con fe firme, todo aquello que se contiene en la Palabra de Dios escrita o transmitida por la Tradición, y que la Iglesia propone para ser creído, como divinamente revelado, mediante un juicio solemne o mediante el Magisterio ordinario y universal.
Acepto y retengo firmemente, asimismo, todas y cada una de las cosas sobre la doctrina de la fe y las costumbres propuestas por la Iglesia de modo definitivo.
Me adhiero, además, con religioso obsequio de voluntad y entendimiento a las doctrinas enunciadas por el Romano Pontífice o por el Colegio de los Obispos cuando ejercen el Magisterio auténtico, aunque no tengan la intención de proclamarlas con un acto definitivo.
IMPOSICIÓN DEL PALIO
Cumplido lo anterior, el Nuncio recibe del diácono el palio y lo impone sobre los hombros del elegido, diciendo esta fórmula:
Para gloria de Dios omnipotente,
y para alabanza de la bienaventurada siempre Virgen María
y de los Bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo,
en nombre del Romano Pontífice, el Papa Juan Pablo VI,
y de la Santa Iglesia Romana,
para honor de la Sede de Medellín, a ti confiada,
en señal de la potestad arzobispal,
te entregamos el palio tomado del sepulcro del bienaventurado Pedro,
para que lo lleves dentro de los confines de tu provincia eclesiástica.
Sea para ti este palio símbolo de unidad
y señal de comunión con la Sede Apostólica.
Sea vínculo de caridad
y aliciente de fortaleza,
para que el día de la venida y revelación del gran Dios,
y Cabeza de los Pastores, Jesucristo,
poseas con las ovejas a ti confiadas,
el vestido de la inmortalidad y de la gloria.
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
℟. Amén.
Luego, omitido el acto penitencial y, si se juzga conveniente, el Señor, ten
piedad, el Arzobispo que recibió el palio, inicia, si debe decirse, el himno del Gloria.
GLORIA
(J. Alfonso)
GLORIA A DIOS EN EL CIELO,
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES
QUE AMA EL SEÑOR, QUE AMA EL SEÑOR.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos,
te adoramos,
te glorificamos,
te damos gracias, ℟.
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo;
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre; ℟.
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros; ℟.
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. ℟.
AMÉN.
ORACIÓN COLECTA
Terminado el himno, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante un breve espacio de tiempo. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta:
Señor, Dios nuestro, concédenos tu ayuda por la intercesión de los santos apóstoles Pedro y Pablo, y ya que por ellos entregaste a tu Iglesia las primicias de los dones del cielo, otórganos también, por ellos, los auxilios para la salvación eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo tu hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
(Hch 28, 11-16. 30-31)
Llegamos a Roma
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.
Al cabo de tres meses, zarpamos en un barco que había invernado en la isla de Malta. Era de Alejandría y llevaba por mascarón los Dióscuros. Arribamos a Siracusa y nos detuvimos tres días; desde allí, costeando, llegamos a Regio. Al día siguiente, se levantó viento sur, y llegamos a Puteoli en dos días. Allí encontramos a algunos hermanos, los cuales nos rogaron que pasásemos siete días con ellos. Y así llegamos a Roma.
Los hermanos de Roma, que habían oído hablar de nuestras peripecias, salieron a recibirnos al Foro Apio y Tres Tabernas. Al verlos, Pablo dio gracias a Dios y se sintió animado.
Una vez en Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa, con el soldado que lo vigilaba.
Permaneció allí un bienio completo en una casa alquilada, recibiendo a todos los que acudían a verlo, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos.
Palabra de Dios.
℟. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
(Sal 97)
℟. El Señor revela a las naciones su salvación.
Canten al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. ℟.
El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. ℟.
Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
griten, vitoreen, toquen. ℟.
Tañen la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamen al Rey y Señor. ℟.
SEGUNDA LECTURA
(Gal 1, 11-20)
Dios me escogió desde el seno de mi madre
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas
Hermanos:
Les hago saber que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; pues yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.
Porque han oído hablar de mi pasada conducta en el judaísmo: con qué saña perseguía a la iglesia de Dios y la asolaba, y aventajaba en el judaísmo a muchos de mi edad y de mi raza como defensor muy celoso de las tradiciones de mis antepasados.
Pero, cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, se dignó revelar a su Hijo en mí para que lo anunciara entre los gentiles, no consulté con hombres ni subí a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, sino que, enseguida, me fui a Arabia, y volví a Damasco.
Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas, y permanecí quince días con él.
De los otros apóstoles no vi a ninguno, sino a Santiago, el hermano del Señor. Dios es testigo de que no miento en lo que les escribo.
Palabra de Dios.
℟. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
(Jn 21, 17d)
℟. Aleluya, aleluya, aleluya.
Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.
℟. Aleluya, aleluya, aleluya.
EVANGELIO
(Mt 14, 22-33)
Mándame ir a ti sobre el agua
℣. El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
✠ Lectura del Santo Evangelio según san Mateo
℟. Gloria a ti, Señor.
Después que la gente se hubo saciado, enseguida Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar.
Llegada la noche estaba allí solo. Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario.
A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida:
«¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo!».
Pedro le contestó:
«Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua».
Él le dijo:
«Ven».
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
«Señor, sálvame».
Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:
«¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».
En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo:
«Realmente eres Hijo de Dios».
℣. Palabra del Señor.
℟. Gloria a ti, Señor Jesús.
Luego se hace la homilía.
ORACIÓN DE LOS FIELES
El sacerdote invita a los fieles a orar:
Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, que con amor rige los destinos de su Iglesia, para que derrame con largueza sus beneficios sobre nosotros:
℟. Escucha Padre nuestra oración.
1. Por la Santa Madre Iglesia, para que transmita fielmente la Buena Noticia de Jesucristo, luz de los pueblos, y sea sacramento o signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de unidad de todo el género humano. Roguemos al Señor. ℟.
2. Por nuestros gobernantes, para que conscientes de su responsabilidad de buscar el bien común, sirvan al pueblo y lo guíen con su ejemplo y actuación por caminos de justicia, de verdad, de paz, de libertad y de amor. Roguemos al Señor. ℟.
3. Por nuestro Obispo, Monseñor Pablo, para que, a ejemplo de Jesucristo, el Buen Pastor, y con la fuerza del Espíritu Santo ejerza el ministerio episcopal que es oficio de amor, como sucesor de los Apóstoles, en comunión con el Papa y con el Episcopado universal, apacentando a esta Iglesia de Dios que peregrina en esta comunidad. Roguemos al Señor. ℟.
4. Por todos los hombres, especialmente los pobres, los afligidos, los enfermos, los ancianos, los emigrantes, cuyos gozos y esperanzas, tristezas y angustias son también gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo, para que se abran por el testimonio evangelizador y misionero de los cristianos al único que salva, Jesucristo. Roguemos al Señor. ℟.
5. Por todos nosotros, reunidos en el Señor en torno a nuestro Arzobispo, para que sepamos vivir en comunión de fe y de amor con nuestro Pastor con la ayuda e intercesión de la Santísima Virgen y de todos los Santos. Roguemos al Señor. ℟.
En silencio presentamos nuestras intenciones.
El sacerdote termina la plegaria universal:
Oh Dios, que con misericordia sostienes a tu pueblo y con amor lo gobiernas, escucha nuestra oración para que progresemos en el espíritu de verdad y de amor y así un día podamos reunimos todos en el reino glorioso de tu Hijo.
Que vive y reina por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
LITURGIA EUCARÍSTICA
CANTO DE OFERTORIO
(Himno de los Pastores - L. Zuleta)
Cantemos al Señor con alegría,
unidos a la voz del pastor santo;
demos gracias a Dios, que es luz y guía,
solícito pastor de su rebaño.
Es su voz y su amor el que nos llama
en la voz del pastor que él ha elegido,
es su amor infinito el que nos ama
en la entrega y amor de este otro Cristo.
Conociendo en la fe su fiel presencia,
hambrientos de verdad y luz divina,
sigamos al pastor que es providencia
de pastos abundantes que son vida.
Apacienta, Señor, guarda a tus hijos,
manda siempre a tu mies trabajadores;
cada aurora, a la puerta del aprisco,
nos aguarde el amor de tus pastores.
Inciensa las ofrendas, la cruz y el altar. Después el diácono, u otro ministro, inciensa al sacerdote y al pueblo.
Después, de pie en el centro del aftar, de cara al pueblo, extendiendo y juntando las manos, dice:
Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, Sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
℟. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Luego el Sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración sobre las ofrendas:
Señor, al celebrar con alegría la conmemoración de los santos apóstoles Pedro y Pablo, traemos ofrendas a tu altar y te suplicamos que, desconfiando de nuestros méritos, nos gloriemos de ser salvados solo por tu bondad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟. Amén.
PREFACIO
La doble misión de Pedro y Pablo en la Iglesia
℣. El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
℣. Levantemos el corazón.
℟. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
℣. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟. Es justo y necesario.
El sacerdote prosigue el prefacio, con las manos extendidas:
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque en los santos apóstoles Pedro y Pablo has querido dar a tu Iglesia un motivo de alegría: Pedro fue el primero en confesar la fe, Pablo, el maestro insigne que la interpretó; aquel fundó la primitiva Iglesia con el resto de Israel, este fue maestro y doctor en la vocación de los gentiles.
Así, por caminos diversos, congregaron la única familia de Cristo y una misma corona asoció a los dos a quienes venera el mundo.
Por eso, con los santos y con todos los ángeles, te alabamos, diciendo sin cesar:
SANTO
(C. A. Solórzano)
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
HOSANNA, HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO,
HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.
Bendito, bendito el que viene en nombre del Señor.
HOSANNA, HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO,
HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.
PLEGARIA EUCARÍSTICA I
O CANON ROMANO
El sacerdote, con las manos extendidas, dice:
CP: PADRE misericordioso,
te pedimos humildemente,
por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor,
Junta las manos y dice:
que aceptes
Traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
y bendigas ✠ estos dones,
este sacrificio santo y puro que te ofrecemos,
Con las manos extendidas, prosigue:
ante todo, por tu Iglesia santa y católica,
para que le concedas la paz, la protejas,
la congregues en la unidad
y la gobiernes en el mundo entero,
con tu servidor el Papa Juan Pablo,
conmigo, indigno siervo tuyo, y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad,
promueven la fe católica y apostólica.
Conmemoración de los vivos
C1: Acuérdate, Señor, de tus hijos [N. y N.]
Junta las manos y ora unos momentos por quienes tiene la intención de orar.
Después, con las manos extendida, prosigue:
y de todos los aquí reunidos,
cuya fe y entrega bien conoces;
por ellos y todos los suyos,
por el perdón de sus pecados
y la salvación que esperan,
te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen,
este sacrificio de alabanza,
a tí, eterno Dios, vivo y verdadero.
Conmemoración de los Santos
C2: Reunidos en comunión con toda la Iglesia,
veneramos la memoria,
ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María,
Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor;
la de su esposo, san José;
la de los santos apóstoles y mártires
Pedro y Pablo, Andrés,
[Santiago y Juan,
Tomás, Santiago, Felipe,
Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto,
Comelio, Cipriano,
Lorenzo, Crisógono,
Juan y Pablo,
Cosme y Damián]
y la de todos los santos;
por sus méritos y oraciones
concédenos en todo tu protección.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]
Con las manos extendidas, prosigue:
CP: Acepta, Señor, en tu bondad,
esta ofrenda de tus siervos
y de toda tu familia santa;
ordena en tu paz nuestros días,
líbranos de la condenación eterna
y cuéntanos entre tus elegidos.
Extendiendo las mano sobre las ofrendas, dice:
CC: Bendice y santifica esta ofrenda, Padre,
haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti:
que se convierta para nosotros
en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo amado,
Jesucristo, nuestro Señor.
El cual, la víspera de su Pasión,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan en sus santas y venerables manos,
Eleva los ojos.
y, elevando los ojos al cielo,
hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso,
dando gracias te bendijo,
lo partió,
y lo dio a sus discípulos.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.
Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó este cáliz glorioso
en sus santas y venerables manos,
dando gracias te bendijo,
y lo dio a sus discípulos.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.
Luego dice:
Éste es el Sacramento de nuestra fe.
℟. Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven , Señor Jesús!
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
CC: Por eso, Padre,
nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo,
al celebrar este memorial de la muerte gloriosa
de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor,
de su santa resurrección del lugar de los muertos
y de su admirable ascensión a los cielos,
te ofrecemos, Dios de gloría y majestad,
de los mismos bienes que nos has dado,
el sacrificio puro, inmaculado y santo:
pan de vida eterna
y cáliz de eterna salvación.
Mira con ojos de bondad esta ofrenda
y acéptala,
como aceptaste los dones del justo Abel el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe,
y la oblación pura
de tu sumo sacerdote Melquísedec.
Inclinado, con las manos juntas, prosigue:
Te pedimos humildemente,
Dios todopoderoso,
que esta ofrenda sea llevada a tu presencia,
hasta el altar del cielo,
por manos de tu Angel,
para que cuantos recibimos
el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo,
al participar aquí de este altar,
Se endereza y se signa, diciendo:
seamos colmados
de gracia y bendición.
junta las manos.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]
Conmemoración de los difuntos
Con las manos extendidas, dice:
C3: Acuérdate también, Señor,
de tus hijos [N. y N.],
que nos han precedido con el signo de la fe
y duermen ya el sueño de la paz.
Junta las manos y ora unos momentos por los difuntos por quienes tiene
intención de orar.
Después, con las manos extendidas, prosigue:
A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo,
concédeles el lugar del consuelo,
de la luz y de la paz.
Junta las manos.
[Por Cristo, nuestro Señor. Amén.]
Con la mano derecha se golpea el pecho, diciendo:
C4: Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos,
Con las manos extendidas, prosigue:
que confiamos en tu infinita misericordia,
admítenos en la asamblea
de los santos apóstoles y mártires
Juan el Bautista, Esteban,
Matías y Bernabé,
[Ignacio, Alejandro,
Marcelino y Pedro,
Felicidad y Perpetua,
Águeda, Lucía,
Inés, Cecilia, Anastasia,]
y de todos los santos;
y acéptanos en su compañía,
no por nuestros méritos,
sino conforme a tu bondad.
Junta las manos.
Por Cristo, Señor nuestro.
Y continúa:
CP: Por quien sigues creando todos los bienes,
los santificas, los llenas de vida,
los bendices y los repartes entre nosotros.
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, los eleva y dice:
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
RITO DE COMUNIÓN
Una vez depositados el cáliz y la patena sobre el altar, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Fieles a la recomendación del Salvador
y siguiendo su divina enseñanza,
nos atrevemos a decir:
Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Solo el sacerdote, con las manos extendidas, prosigue diciendo:
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
℟. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Solo el sacerdote, con las manos extendidas, prosigue diciendo:
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz os dejo, mi paz os doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Junta las manos.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo y juntando las manos, alidde:
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade:
Dense fraternalmente la paz.
CORDERO DE DIOS
(C. A. Zolórzano)
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
TEN PIEDAD, TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
TEN PIEDAD, TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
DANOS, DANOS LA PAZ, LA PAZ.
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena o sobre el cáliz, de cara al pueblo, dice con voz clara:
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
℟. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
CANTO DE COMUNIÓN
(Canto del Profeta - G. Torres)
Antes que te formaras dentro del vientre de tu madre
antes que tú nacieras te conocía y te consagré.
Para ser mi profeta en las naciones yo te elegí
irás donde te envíe y lo que te mande proclamarás.
TENGO QUE GRITAR, TENGO QUE ANDAR,
AY DE MÍ SI NO LO HAGO
CÓMO ESCAPAR DE TI, CÓMO NO HABLAR
SI TU VOZ ME QUEMA DENTRO.
TENGO QUE ARRIESGAR, TENGO QUE LUCHAR
AY DE MÍ SI NO LO HAGO
CÓMO ESCAPAR DE TI, CÓMO NO HABLAR
SI TU VOZ ME QUEMA DENTRO.
No temas arriesgarte porque contigo yo estaré,
no temas anunciarme porque en tu boca yo hablaré.
Te encargo hoy mi pueblo para arrancar y derribar
para edificar, destruirás y plantarás. ℟.
Deja a tus hermanos, deja a tu padre y a tu madre
abandona tu casa porque la tierra gritando está.
Nada traigas contigo porque a tu lado yo estaré
es hora de luchar porque mi pueblo gritando está. ℟.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Luego, de pie en el altar o en la sede, el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, con las manos juntas, dice:
Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se hdya hecho antes. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la Comunión:
Te rogamos, Señor, que fortalezcas con los sacramentos del cielo a tus fieles, a quienes has iluminado con la doctrina de los apóstoles.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟. Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICIÓN
Después tiene lugar la despedida. El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo las manos, dice:
El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
Si es oportuno, el sacerdote o diácono dice:
Inclínense para recibir la bendición.
℣. Dios todopoderoso, que por la confesión de Pedro los ha fortalecido y los ha edificado sobre la roca de la fe de la Iglesia, les dé su bendición.
℟. Amén.
℣. Quien los ha instruido con la predicación de Pablo, cuya palabra sigue resonando en la Iglesia, los ayude a seguir su ejemplo de ganar hermanos para Cristo.
℟. Amén.
℣. Para que así, por las llaves de Pedro, la palabra de Pablo y la oración de ambos, nos sintamos animados a luchar por aquella patria a la que ellos llegaron muriendo en la cruz uno y otro bajo la espada.
℟. Amén.
℣. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre ✠, Hijo ✠, y Espíritu ✠ Santo, descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.
℟. Amén.
Luego el diácono, o el mismo sacerdote, con las manos juntas, vuelto hacia el pueblo, dice:
Pueden ir en paz.
℟. Demos gracias a Dios.
Después el sacerdote venera el altar con un beso, como al comienzo. Seguidamente, hecha una inclinación profunda con los ministros, se retira.
CANTO DE SALIDA
(Himno a la Candelaria - L. Luque, A. Caycedo)
Gloriosa Virgen de las candelas,
excelsa Reina, madre de Dios,
eres alivio de nuestras penas,
eres consuelo en la aflicción.
LLENA DE GRACIA Y SEÑORÍO
ERES PRINCIPIO DE FE Y AMOR,
HOY EN TUS MANOS, QUEREMOS MADRE,
LLEGAR SEGUROS A NUESTRO DIOS.
Eres del mundo la flor más Bella,
eres del cielo gozo y fulgor.
Del firmamento, del mar Estrella,
de nuestras almas Madre de Amor. ℟.
Portan tus manos fuego y ternura,
la antorcha viva y al Niño Dios.
Que alumbren ellos nuestra andadura
de la esperanza, de la ilusión. ℟.
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