LIBRETO
MEMORIA DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN
MEMORIA DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN
16.07.2024
RITOS INICIALES
CANTO DE ENTRADA
Hija del pueblo, María,
de un pueblo de vino y pan,
eres morena y hermosa
como el sol brilla tu faz.
Dios, al pasar por tu lado,
toda la gracia te dio.
HIJA DEL PUEBLO, MARÍA,
MADRE DEL HERMOSO AMOR.
Tiempo era de primavera,
tiempo feliz para amar,
los ríos del Paraíso
vieron tu blanco mirar.
Dios te vistió de oro y plata,
Reina de la creación. ℟.
Te ha dado la flor del trigo
y el fruto del olivar.
De la tierra prometida,
leche y miel te saciará.
Ha colocado su sello
dentro de tu corazón. ℟.
Eres jardín reservado,
junto a la Casa del Pan,
fuente que mana abundante
el agua de la eternidad.
Brote del tronco bendito
del que la Vida nació. ℟.
Lámpara siempre encendida,
amas y esperas a Dios,
y Él siembra en Ti la semilla
que nos dará el Salvador.
Salve oh llena de gracia,
Salve oh Madre de Dios. ℟.
Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
℟. Amén.
La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y Jesucristo el Señor, estén con todos ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
ACTO PENITENCIAL
A continuación se hace el acto penitencial, al que el sacerdote invita a los fieles, diciendo:
Al comenzar esta celebración eucarística, pidamos a Dios que nos conceda la conversión de nuestros corazones; así obtendremos la reconciliación y se acrecentará nuestra comunión con Dios y con nuestros hermanos.
Pausa de silencio.
todos dicen en común la fórmula de la confesión general:
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mí gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
Sigue la absolución del sacerdote:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
℟. Amén.
SEÑOR, TEN PIEDAD
Señor, ten piedad
SEÑOR, TEN PIEDAD
SEÑOR, TEN PIEDAD
Cristo, ten piedad
CRISTO, TEN PIEDAD
CRISTO, TEN PIEDAD
Señor, ten piedad
SEÑOR, TEN PIEDAD
SEÑOR, TEN PIEDAD
GLORIA
GLORIA A DIOS EN EL CIELO,
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES
QUE AMA EL SEÑOR.
POR TU INMENSA GLORIA TE ALABAMOS,
TE BENDECIMOS,
TE ADORAMOS,
TE GLORIFICAMOS,
TE DAMOS GRACIAS,
SEÑOR DIOS, REY CELESTIAL,
DIOS PADRE TODOPODEROSO.
Señor, Hijo único, Jesucristo;
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS;
tú que quitas el pecado del mundo,
ATIENDE NUESTRA SÚPLICA;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre.
AMÉN.
ORACIÓN COLECTA
Terminado el himno, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante un breve espacio de tiempo. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta:
Te suplicamos, Señor, que nos asista con su intercesión poderosa la Santísima Virgen
María, Madre y Reina del Carmelo, para que, guiados por su ejemplo y protección,
lleguemos hasta la cima del monte de la perfección que es Cristo.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
(1Re 18,41-46)
Elías oró y el cielo dio su lluvia
Lectura del primer libro de los Reyes.
En aquellos días, Elías dijo a Ajab:
«Sube, come y bebe, porque va a llover mucho».
Ajab subió a comer y beber, mientras Elías subía a la cima del Carmelo para encorvarse hacia tierra, con el rostro entre las rodillas. Había ordenado a su criado:
«Sube y mira hacia el mar»; el criado subió, miró y dijo:
«No hay nada».
Elías repitió:
«Vuelve»; y así siete veces.
A la séptima dijo el criado:
«Aparece una nubecilla como la palma de una mano que sube del mar».
Entonces le ordenó:
«Sube y dile a Ajab: “Engancha el carro y desciende, no te vaya a detener la lluvia”».
En unos instantes los cielos se oscurecieron por las nubes y el viento, y sobrevino una gran lluvia. Ajab montó en su carro y marchó a Yezrael.
La mano del Señor se posó sobre Elías; este, ciñéndose la cintura, iba corriendo delante de Ajab hasta que llegó a Yezrael.
Palabra de Dios.
℟. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
(Sal 15)
℟. ¿Quién puede puede habitar en tu monte santo, Señor?.
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua. ℟.
El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino.
El que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor. ℟.
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. ℟.
SEGUNDA LECTURA
(Gal 4, 4-7)
Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas
Hermanos:
Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos la adopción filial.
Como son hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡“Abba”, Padre!». Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Palabra de Dios.
℟. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
(Lc 1, 28)
℟. Aleluya, aleluya, aleluya.
Alégrate, María, llena de gracia,
el Señor está contigo;
bendita tú eres entre las mujeres.
℟. Aleluya, aleluya, aleluya.
EVANGELIO
(Jn 19, 25-27)
Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre.
℣. El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
✠ Lectura del Santo Evangelio según san Juan.
℟. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo:
«Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
℣. Palabra del Señor.
℟. Gloria a ti, Señor Jesús.
Luego se hace la homilía.
ORACIÓN DE LOS FIELES
El sacerdote invita a los fieles a orar:
Invoquemos a Dios nuestro Padre en esta solemnidad de la Virgen María del Monte
Carmelo, para que por su intercesión, derrame sus gracias sobre toda la humanidad:
℟. Reina y Hermosura del Carmelo, intercede por nosotros.
1. Por la santa Iglesia de Dios que en María contempla su Madre y su modelo, para que
aprenda a escuchar la Palabra y a proclamarla a toda la humanidad, roguemos al
Señor. ℟.
2. Por todos aquellos que invocan a María como Madre y Protectora, para que
encuentren en ella refugio en las adversidades y estímulo en la vida cristiana,
roguemos al Señor. ℟.
3. Por las personas que llevan el santo Escapulario del Carmen, signo de consagración y
de esperanza, para que aprendan a imitar las virtudes de la Virgen y reflejen en sus
obras una vida evangélica, roguemos al Señor. ℟.
4. Por quienes que invocan a María, la Virgen del Carmen, en los peligros de la tierra y del
mar, para que por ella lleguen a Cristo, Salvador de la humanidad, roguemos al Señor. ℟.
5. Por toda nuestra asamblea, para que la participación en el misterio de Cristo, nacido
de la Virgen María, nos ayude a ser en el mundo testigos del amor de Dios, roguemos
al Señor. ℟.
En silencio presentamos nuestras intenciones.
El sacerdote termina la plegaria universal:
Escucha, Padre Santo, la oración de tu Iglesia, y por la intercesión de la Santísima
Virgen del Carmen, concédenos cuanto te hemos pedido. Por Jesucristo nuestro Señor.
℟. Amén.
LITURGIA EUCARÍSTICA
CANTO DE OFERTORIO
BENDITO SEAS, SEÑOR,
POR ESTE PAN Y ESTE VINO
QUE GENEROSO NOS DISTE
PARA CAMINAR CONTIGO,
Y SERÁN PARA NOSOTROS
ALIMENTO EN EL CAMINO.
Te ofrecemos el trabajo,
las penas y la alegría,
el pan que nos alimenta
y el afán de cada día. ℟.
Te ofrecemos nuestro barro
que oscurece nuestras vidas
y el vino que no empleamos
para curar las heridas. ℟.
Inciensa las ofrendas, la cruz y el altar. Después el diácono, u otro ministro, inciensa al sacerdote y al pueblo.
Después, de pie en el centro del aftar, de cara al pueblo, extendiendo y juntando las manos, dice:
En el momento de ofrecer el sacrificio de toda la Iglesia, oremos a Dios, Padre todopoderoso.
℟. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Luego el Sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración sobre las ofrendas:
Te ofrecemos, Señor, estos dones sagrados al celebrar la protección de la Virgen del
Carmen sobre tu Pueblo santo; que ellos nos hagan crecer, imitando su amor, en tu
santo servicio, y nos unan íntimamente al misterio redentor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟. Amén.
PREFACIO
de la Bienaventurada Virgen Maria del Monte Carmelo
℣. El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
℣. Levantemos el corazón.
℟. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
℣. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟. Es justo y necesario.
El sacerdote prosigue el prefacio, con las manos extendidas:
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre Santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria
en la solemnidad de la Bienaventurada y siempre Virgen María.
Unida íntimamente al misterio de Cristo
no cesa de ser Madre de nuevos hijos en la Iglesia
y con su ejemplo los guía
a seguir el camino de la caridad perfecta.
Ella, con su afecto maternal
y el encanto de sus virtudes,
ha suscitado en la Iglesia a la Orden del Carmelo
y le ha dado en el Escapulario un signo de su protección.
Ella es el modelo de la vida consagrada al servicio de Cristo,
en la contemplación de la Palabra y en la entrega generosa a los hermanos.
Por este don inmenso de tu amor te damos gracias
y proclamamos tus grandezas cantando con los ángeles.
SANTO
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.
PLEGARIA EUCARÍSTICA III
El sacerdote, con las manos extendidas, dice:
SANTO eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus crea turas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
de manera que se conviertan en el Cuerpo ✠ la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, Junta las manos. que nos mandó celebrar estos misterios.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.
Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.
Luego dice:
Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.
℟. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
C1: Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, [san N.: santo del día o patrono] y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
C2: Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N ., al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.
† A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria,
Junta las manos.
por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, los eleva y dice:
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
RITO DE COMUNIÓN
Una vez depositados el cáliz y la patena sobre el altar, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó:
Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Solo el sacerdote, con las manos extendidas, prosigue diciendo:
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
℟. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Solo el sacerdote, con las manos extendidas, prosigue diciendo:
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz os dejo, mi paz os doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Junta las manos.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo y juntando las manos, alidde:
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade:
Dense fraternalmente la paz.
TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
DANOS LA PAZ, DANOS LA PAZ.
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena o sobre el cáliz, de cara al pueblo, dice con voz clara:
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
℟. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
CANTO DE COMUNIÓN
Salve, Madre,
en la tierra de mis amores
te saludan los cantos
que alza el amor.
Reina de nuestras almas,
flor de las flores,
muestra aquí
de tu gloria los resplandores,
que en el cielo tan sólo
te aman mejor.
Virgen Santa, Virgen pura,
vida, esperanza y dulzura
del alma que en ti confía,
Madre de Dios, Madre mía,
mientras mi vida alentare,
todo mi amor para ti,
mas si mi amor te olvidare,
Madre mía, Madre mía,
aunque mi amor te olvidare
tú no te olvides de mí.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Luego, de pie en el altar o en la sede, el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, con las manos juntas, dice:
Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se hdya hecho antes. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la Comunión:
Te pedimos, Señor, nos fortalezca el don inefable de tu amor, que hemos recibido en el
sacramento del Cuerpo y Sangre de Cristo, tu Hijo, y haga de cuantos hemos
consagrado nuestra vida al servicio de la Virgen María fieles imitadores de sus virtudes. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟. Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICIÓN
Después tiene lugar la despedida. El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo las manos, dice:
El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
Si es oportuno, el sacerdote o diácono dice:
Inclínense para recibir la bendición.
℣. Dios, Padre de bondad, llene de gozo sus vidas al celebrar solemnemente la fiesta de
la Santísima Virgen María del Monte Carmelo.
℟. Amén.
℣. Que El conceda a quienes llevan el Santo Escapulario del Carmen la gracia de
meditar y proclamar la Palabra a imitación de la Virgen María.
℟. Amén.
℣. Que El les haga sentir la protección materna de la Virgen María, en la hora de la
muerte para que, purificados del pecado, gocen eternamente de su compañía.
℟. Amén.
℣. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre ✠, Hijo ✠, y Espíritu ✠ Santo, descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.
℟. Amén.
Luego el diácono, o el mismo sacerdote, con las manos juntas, vuelto hacia el pueblo, dice:
Pueden ir en paz.
℟. Demos gracias a Dios.
Después el sacerdote venera el altar con un beso, como al comienzo. Seguidamente, hecha una inclinación profunda con los ministros, se retira.
CANTO DE SALIDA
Virgen del Carmen bella, Madre del Salvador
//De tus amantes hijos oye el cantar de amor.//
DIOS TE SALVE, MARÍA, DEL CARMEN BELLA FLOR,
//SALVE ESPERANZA MÍA, SALVE RAUDAL DE AMOR.//
Subió una nubecilla, del fondo de la mar
//vertió sobre el Carmelo, la lluvia torrencial.// ℟.
Tu Escapulario santo, prenda de tu amor,
//que libra del infierno al pobre pecador.// ℟.