LIBRETO
MEMORIA DE LA BEATA MARÍA BERENICE DUQUE, VIRGEN Y FUNDADORA
MEMORIA DE LA BEATA MARÍA BERENICE DUQUE, VIRGEN Y FUNDADORA
24.07.2024
RITOS INICIALES
CANTO DE ENTRADA
(Tu voluntad - E. Peña)
TU VOLUNTAD, NO MÁS JESÚS MÍO,
TU VOLUNTAD, EN PADECER O EN CALMA,
TU VOLUNTAD, EN BIEN O EN ESTÍO,
TU VOLUNTAD, NO MÁS, SEÑOR DEL ALMA
Era su decir, era su anhelo,
Hacer la voluntad del Dios del cielo.
Berenice, madrecita Berenice:
Dios nos bendiga, Dios nos bendiga De tu mano madrecita. ℟.
Recordarte hoy, nos alegra y nos anima,
Seguir a Jesús, amar siempre a María.
Berenice, madrecita Berenice:
Dios nos bendiga, Dios nos bendiga de tu mano madrecita. ℟.
Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
℟. Amén.
El Señor, que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios, esté con todos ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
ACTO PENITENCIAL
A continuación se hace el acto penitencial, al que el sacerdote invita a los fieles, diciendo:
El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora a la conversión. Reconozcamos, pues, que somos pecadores e invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.
Pausa de silencio.
Se hace una breve pausa en silencio. Después, el sacerdote dice:
Señor, ten misericordia de nosotros.
℟. Porque hemos pecado contra ti.
El sacerdote prosigue:
Muéstranos, Señor, tu misericordia.
℟. Y danos tu salvación.
Sigue la absolución del sacerdote:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
℟. Amén.
SEÑOR, TEN PIEDAD
Señor, ten piedad
SEÑOR, TEN PIEDAD
SEÑOR, TEN PIEDAD
Cristo, ten piedad
CRISTO, TEN PIEDAD
CRISTO, TEN PIEDAD
Señor, ten piedad
SEÑOR, TEN PIEDAD
SEÑOR, TEN PIEDAD
GLORIA
GLORIA A DIOS EN EL CIELO,
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES
QUE AMA EL SEÑOR.
POR TU INMENSA GLORIA TE ALABAMOS,
TE BENDECIMOS,
TE ADORAMOS,
TE GLORIFICAMOS,
TE DAMOS GRACIAS,
SEÑOR DIOS, REY CELESTIAL,
DIOS PADRE TODOPODEROSO.
Señor, Hijo único, Jesucristo;
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS;
tú que quitas el pecado del mundo,
ATIENDE NUESTRA SÚPLICA;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre.
AMÉN.
ORACIÓN COLECTA
Terminado el himno, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante un breve espacio de tiempo. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta:
Padre de bondad, que al contemplar el misterio de la encarnación de tu Hijo, enseñaste a la Beata María Berenice, virgen, un camino de entrega para hacer tu voluntad; concédenos, que, imitando su ejemplo, te amemos a ti sobre todas las cosas sirviendo humildemente a nuestros hermanos.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
(Hb 10, 4-10)
Está escrito en el libro: «Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad»
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos:
Es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados.
Por eso, cuando Cristo entró en el mundo dijo: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad"».
Primero dice: «No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la Ley. Después añade: «Aquí estoy yo para hacer tu voluntad».
Niega lo primero, para afirmar lo segundo.
Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.
Palabra de Dios.
℟. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
(Sal 39)
℟. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy». ℟.
«—Como está escrito en mi libro—
para hacer tu voluntad».
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. ℟.
He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. ℟.
No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad
ante la gran asamblea. ℟.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
(Jn 1, 14)
℟. Aleluya, aleluya, aleluya.
El Verbo se hizo carne
y habitó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria.
℟. Aleluya, aleluya, aleluya.
EVANGELIO
(Lc 1, 26-38)
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo
℣. El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
✠ Lectura del Santo Evangelio según san Lucas.
℟. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, "porque para Dios nada hay imposible"».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel se retiró.
℣. Palabra del Señor.
℟. Gloria a ti, Señor Jesús.
Luego se hace la homilía.
ORACIÓN DE LOS FIELES
El sacerdote invita a los fieles a orar:
Oremos, hermanas y hermanos, a Dios, Padre de amor, confiando que Él siempre escucha nuestras súplicas, y digámosle con fe:
℟. Padre amoroso, escúchanos.
1. Por la Iglesia, extendida por toda la tierra, para que el Señor le conceda la unidad y la siga guiando con su Espíritu. Oremos. ℟.
2. Por nuestros gobernantes, para que, con sabiduría y rectitud, busquen en toda ocasión el bien común, la justicia y la paz. Oremos. ℟.
3. Por los pobres y por todos los que sufren, para que encuentren en nuestra caridad y solidaridad un signo de tu amor y ayuda en todas sus necesidades. Oremos. ℟.
4. Por la Congregación de las Hermanitas de la Anunciación, las Misioneras de Jesús y de María, y los Misioneros de la Anunciación para que, iluminados por la vida y el ejemplo de la Beata María Berenice, busquen siempre la santidad y se dediquen al servicio de los hermanos. Oremos. ℟.
5. Por nosotros, reunidos en la alabanza y la gratitud por el don de la beata María Berenice, para que acojamos su ejemplo de caridad, de humildad y de obediencia a la Voluntad Divina. Oremos. ℟.
En silencio presentamos nuestras intenciones.
El sacerdote termina la plegaria universal:
Padre de amor, que te gozas en darnos en la beata Berenice Duque el ejemplo de una vida consagrada para hacer el bien sin cesar y vivir unidos a Ti en la meditación de tu infinito amor, escucha nuestra oración y concédenos permanecer fieles a tu Palabra.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟. Amén.
LITURGIA EUCARÍSTICA
CANTO DE OFERTORIO
(Bienaventurados - C. Gabaraín)
Los que a la pobreza se abrazan,
de los cielos han de gozar.
// CERCA DEL SEÑOR,
POR UNA ETERNIDAD, BIENVENTURADOS SERÁN //
Los que sean mansos y humildes,
poseer la tierra podrán. ℟.
Todos los que gimen y lloran,
luego consolados serán. ℟.
Quién tenga hambre y sed de justicia,
su hambre y sed saciadas verá. ℟.
Los de corazón compasivo,
compasión en Dios, hallarán. ℟.
Los que el corazón tengan limpio,
cara a cara a Dios han de ver. ℟.
Los que siembran paz en su paso,
de Dios hijos se llamarán. ℟.
De los perseguidos sin causa,
el Reino del cielo será. ℟.
Inciensa las ofrendas, la cruz y el altar. Después el diácono, u otro ministro, inciensa al sacerdote y al pueblo.
Después, de pie en el centro del aftar, de cara al pueblo, extendiendo y juntando las manos, dice:
En el momento de ofrecer el sacrificio de toda la Iglesia, oremos a Dios, Padre todopoderoso.
℟. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Luego el Sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración sobre las ofrendas:
Al proclamarte admirable, Señor, en la Beata María Berenice, Virgen, suplicamos humildemente a tu divina majestad, que así, como sus méritos te fueron gratos, de la misma manera aceptes el homenaje de nuestra liturgia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟. Amén.
PREFACIO
Significado de la vida consagrada exclusiva a Dios
℣. El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
℣. Levantemos el corazón.
℟. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
℣. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟. Es justo y necesario.
El sacerdote prosigue el prefacio, con las manos extendidas:
En verdad es justo y necesario, que te alaben, Señor, tus criaturas del cielo y de la tierra, y, al recordar a los santos que por el reino de los cielos se consagraron a Cristo, celebremos la grandeza de tus designios.
En ellos recobra el hombre la santidad primera, que de ti había recibido, y gusta ya en la tierra los dones reservados para el cielo.
Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos, proclamando sin cesar:
SANTO
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.
PLEGARIA EUCARÍSTICA III
El sacerdote, con las manos extendidas, dice:
SANTO eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus crea turas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
de manera que se conviertan en el Cuerpo ✠ la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, Junta las manos. que nos mandó celebrar estos misterios.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.
Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.
Luego dice:
Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.
℟. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
C1: Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, [san N.: santo del día o patrono] y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
C2: Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N ., al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.
† A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria,
Junta las manos.
por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, los eleva y dice:
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
RITO DE COMUNIÓN
Una vez depositados el cáliz y la patena sobre el altar, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Antes de participar en el banquete de la Eucaristía, signo de reconciliación y vínculo de unión fraterna, oremos juntos como el Señor nos ha enseñado:
Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Solo el sacerdote, con las manos extendidas, prosigue diciendo:
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
℟. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Solo el sacerdote, con las manos extendidas, prosigue diciendo:
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz os dejo, mi paz os doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Junta las manos.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo y juntando las manos, alidde:
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade:
Dense fraternalmente la paz.
TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
DANOS LA PAZ, DANOS LA PAZ.
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena o sobre el cáliz, de cara al pueblo, dice con voz clara:
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
℟. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
CANTO DE COMUNIÓN
(Con humilde corazón - Anónimo)
Con humilde corazón,
con fe plena en el creador,
Berenice nos mostró, el sendero hacia el amor.
Cuál oveja a su pastor,
como sierva del Señor,
Berenice se adhirió,
a la voluntad de Dios.
QUE EL MENSAJE DE LA ANUNCIACIÓN,
NOS ALEGRE EN EL DIARIO VIVIR,
RECONFORTE NUESTRO CORAZÓN,
NOS LLENE DE PAZ Y AHUYENTE EL DOLOR.
QUE EL MENSAJE DE LA ANUNCIACIÓN,
PRODIGUE EL AMOR, PORQUE DIOS ES SANTO.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Luego, de pie en el altar o en la sede, el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, con las manos juntas, dice:
Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se hdya hecho antes. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la Comunión:
Alimentados por la participación de los dones divinos, te pedimos Señor, Dios nuestro, que, a ejemplo de la beata María Berenice, llevando en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, nos esforcemos por unirnos solamente a ti.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟. Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICIÓN
Después tiene lugar la despedida. El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo las manos, dice:
El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
Si es oportuno, el sacerdote o diácono dice:
Inclínense para recibir la bendición.
℣. Dios, nuestro Padre, que nos ha congregado para celebrar hoy la memoria de la beata María Berenice, los bendiga, los proteja y los confirme en su paz.
℟. Amén.
℣. Cristo, el Señor, que ha manifestado en la beata María Berenice la fuerza renovadora del Misterio pascual, los haga auténticos testigos de su Evangelio.
℟. Amén.
℣. El Espíritu Santo, que en la beata María Berenice nos ha ofrecido un ejemplo de caridad evangélica, les conceda la gracia de acrecentar en la Iglesia la verdadera comunión de fe y amor.
℟. Amén.
℣. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre ✠, Hijo ✠, y Espíritu ✠ Santo, descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.
℟. Amén.
Luego el diácono, o el mismo sacerdote, con las manos juntas, vuelto hacia el pueblo, dice:
Pueden ir en paz.
℟. Demos gracias a Dios.
Después el sacerdote venera el altar con un beso, como al comienzo. Seguidamente, hecha una inclinación profunda con los ministros, se retira.
CANTO DE SALIDA
(Canto a María - A. Mejía)
MI ALMA GLORIFICA AL SEÑOR MI DIOS,
GÓZASE MI ESPÍRITU EN MI SALVADOR,
EL ES MI ALEGRÍA, ES MI PLENITUD,
EL ES TODO PARA MI.
Ha mirado la bajeza de su sierva,
muy dichosa me dirán todos los pueblos,
porque en mí ha hecho grandes maravillas
el que todo puede cuyo nombre es: Santo. ℟.
Su clemencia se derrama por los siglos
sobre aquellos que le temen y le aman;
desplegó el gran poder de su derecha,
dispersó a los que piensan que son algo. ℟.
Derribó a los potentados de sus tronos
y ensalzó a los humildes y a los pobres.
Los hambrientos se saciaron de sus bienes
y alejó de sí, vacíos a los ricos. ℟.
Acogió a Israel, su humilde siervo,
acordándose de su misericordia,
como había prometido a nuestros padres,
a Abraham y descendencia para siempre. ℟.
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