LIBRETO
ORDENACIÓN PRESBITERAL
SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ,
ESPOSO DE LA B.V.M
PRESIDIDA POR S.E
JOSÉ MANUEL FELEX
OBISPO AUXILIAR DE MEDELLÍN
XIX.III.MMXXV
RITOS INICIALES
CANTO DE ENTRADA
JESUCRISTO, HAZ DE NOSOTROS UN PUEBLO SACERDOTAL
PARA DIOS, NUESTRO PADRE.
A ÉL LA GLORIA Y EL PODER POR LOS SIGLOS.
HOY TE CANTAMOS, OH HIJO PREDILECTO DEL PADRE,
HOY TE ALABAMOS, CIENCIA ETERNA Y VERBO DE DIOS.
HOY TE CANTAMOS HIJO DE MARÍA, LA VIRGEN,
HOY TE ALABAMOS, CRISTO NUESTRO HERMANO Y NUESTRO SALVADOR.
A ÉL LA GLORIA Y EL PODER POR LOS SIGLOS. ℟.
HOY TE CANTAMOS, LUZ DE ESPLENDOR ETERNO,
HOY TE ALABAMOS, ESTRELLA DE LA MAÑANA QUE ANUNCIA EL DÍA.
HOY TE CANTAMOS, MESÍAS ESPERADO POR LOS POBRES,
HOY TE ALABAMOS, OH CRISTO NUESTRO REY Y PRÍNCIPE DE LA PAZ.
A ÉL LA GLORIA Y EL PODER POR LOS SIGLOS. ℟.
HOY TE CANTAMOS, CORDERO DE LA PASCUA ETERNA,
HOY TE ALABAMOS, VÍCTIMA INMOLADA POR NUESTROS PECADOS.
HOY TE CANTAMOS, CRISTO SALVADOR INMORTAL,
HOY TE ALABAMOS, POR TU MUERTE Y RESURRECCIÓN.
A ÉL LA GLORIA Y EL PODER POR LOS SIGLOS. ℟.
HOY TE CANTAMOS, MEDIADOR ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES,
HOY TE ALABAMOS, OH RUTA VIVIENTE DEL CIELO.
HOY TE CANTAMOS, SACERDOTE DE LA NUEVA ALIANZA,
HOY TE ALABAMOS, TÚ ERES NUESTRA PAZ POR LA SANGRE DE LA CRUZ.
A ÉL LA GLORIA Y EL PODER POR LOS SIGLOS. ℟.
Terminado el canto de entrada, el sacerdote y los fieles, de pie, se santiguan con la señal de la cruz, mientras el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
℟. Amén.
La paz esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
ACTO PENITENCIAL
A continuación se hace el acto penitencial, al que el sacerdote invita a los fieles, diciendo:
Al comenzar esta celebración eucarística, pidamos a Dios que nos conceda la conversión de nuestros corazones; así obtendremos la reconciliación y se acrecentará nuestra comunión con Dios y con nuestros hermanos.
Pausa de silencio.
todos dicen en común la fórmula de la confesión general:
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Y, golpeándose el pecho, dicen:
Por mi culpa, por mi culpa, por mí gran culpa.
Luego, prosiguen:
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.
Sigue la absolución del sacerdote:
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
℟. Amén.
SEÑOR, TEN PIEDAD
SEÑOR, SEÑOR TEN PIEDAD,
SEÑOR, SEÑOR TEN PIEDAD.
SEÑOR, SEÑOR TEN PIEDAD,
SEÑOR, SEÑOR TEN PIEDAD.
CRISTO, CRISTO TEN PIEDAD,
CRISTO, CRISTO TEN PIEDAD.
CRISTO, CRISTO TEN PIEDAD,
CRISTO, CRISTO TEN PIEDAD.
SEÑOR, SEÑOR TEN PIEDAD,
SEÑOR, SEÑOR TEN PIEDAD.
SEÑOR, SEÑOR TEN PIEDAD,
SEÑOR, SEÑOR TEN PIEDAD.
GLORIA
(Alrededor de tu mesa)
GLORIA A DIOS EN EL CIELO,
Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES
QUE AMA EL SEÑOR.
POR TU INMENSA GLORIA TE ALABAMOS,
TE BENDECIMOS,
TE ADORAMOS,
TE GLORIFICAMOS,
TE DAMOS GRACIAS, ℟.
SEÑOR DIOS, REY CELESTIAL,
DIOS PADRE TODOPODEROSO.
SEÑOR, HIJO ÚNICO, JESUCRISTO;
SEÑOR DIOS, CORDERO DE DIOS,
HIJO DEL PADRE; ℟.
TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS;
TÚ QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO,
ATIENDE NUESTRA SÚPLICA;
TÚ QUE ESTÁS SENTADO A LA DERECHA DEL PADRE,
TEN PIEDAD DE NOSOTROS; ℟.
PORQUE SÓLO TÚ ERES SANTO,
SÓLO TÚ SEÑOR,
SÓLO TÚ ALTÍSIMO, JESUCRISTO,
CON EL ESPÍRITU SANTO
EN LA GLORIA DE DIOS PADRE. ℟.
AMÉN.
ORACIÓN COLECTA
Terminado el himno, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante un breve espacio de tiempo. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración colecta:
Concédenos, Dios todopoderoso, que tu Iglesia conserve siempre y lleve a su plenitud los primeros misterios de la salvación humana que confiaste a la fiel custodia de san José.
Por nuestro Señor Jesucristo tu hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
(2Sam 7, 4-5a.12-14a.16.)
El Señor Dios le dará el trono de David, su Padre.
Lectura del segundo libro de Samuel.
En aquellos días, vino esta palabra del Señor a Natán:
«Ve y habla a mi siervo David:
“Así dice el Señor: Cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya después de ti. Al que salga de tus entrañas le afirmaré tu reino.
Será él quien construya una casa a mi nombre y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre.
Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo.
Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmes ante mí, tu trono durará para siempre”».
Palabra de Dios.
℟. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
(Sal 88)
℟. Su linaje será perpetuo.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. ℟.
«Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades». ℟.
Él me invocará: “Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora”.
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable. ℟.
SEGUNDA LECTURA
(Rom 4, 13.16-18.22.)
Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos.
Hermanos:
No por la ley sino por la justicia de la fe recibieron Abrahán y su descendencia la promesa de que iba a ser heredero el mundo.
Por eso depende de la fe, para que sea según gracia; de este modo, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la que procede de la ley, sino también para la que procede de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros.
Según está escrito: «Te he constituido padre de muchos pueblos»; la promesa está asegurada ante aquel en quien creyó, el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que no existe.
Apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza que llegaría a ser padre de muchos pueblos, de acuerdo con lo que se le había dicho:
«Así será tu descendencia».
Por lo cual le fue contado como justicia.
Palabra de Dios.
℟. Te alabamos, Señor.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
℟. HONOR Y GLORIA A TÍ, SEÑOR JESÚS
℣. DICHOSOS LOS QUE VIVEN EN TU CASA, SEÑOR, ALABÁNDOTE SIEMPRE.
℟. HONOR Y GLORIA A TÍ, SEÑOR JESÚS
EVANGELIO
(Mt 1, 16.18-21.24a)
José hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
℣. El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
✠ Lectura del Santo Evangelio según san Mateo.
℟. Gloria a ti, Señor.
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
℣. Palabra del Señor.
℟. Gloria a ti, Señor Jesús.
LITURGIA DE LA ORDENACIÓN
ELECCIÓN DEL CANDIDATO
El ordenando es llamado por el diácono e la forma siguiente:
Acerqúese el que va a ser ordenado presbítero.
E inmediatamente lo nombra; y el llamado dice:
Presente.
Y se acerca al Obispo, a quien hace una reverencia.
Permaneciendo el ordenando en pie ante el Obispo, un presbítero designado por el Obispo dice:
Reverendísimo Padre, la santa Madre Iglesia pide que ordenes presbítero a este hermano nuestro.
El obispo le pregunta:
¿Sabes si es digno?
Y él responde:
Según el parecer de quienes lo presentan, después de consultar al pueblo cristiano, doy testimonio de que ha sido considerado digno.
El Obispo:
Con el auxilio de Dios y de Jesucristo, nuestro Salvador, elegimos a este hermano nuestro para el Orden de los presbíteros.
Todos responden:
℟. Demos gracias a Dios.
Luego se hace la homilía.
PROMESA DEL ELEGIDO
Después de la homilía , solamente se levanta el elegido y se pone de pie ante el Obispo, quien le interroga con estas palabras:
Querido hijo: Antes de entrar en el Orden de los presbíteros debes manifestar ante el pueblo tu voluntad de recibir este ministerio.
¿Estás dispuesto a desempeñar siempre el ministerio sacerdotal en el grado de presbítero, como buen colaborador del Orden episcopal, apacentando el rebaño del Señor y dejándote guiar por el Espíritu Santo?
El elegido responde:
Si, quiero.
El Obispo:
¿Realizarás el ministerio de la palabra, preparando la predicación del Evangelio y la exposición de la fe católica con dedicación y sabiduría?
El elegido:
Si, quiero.
El Obispo:
¿Estás dispuesto a presidir con piedad y fielmente la celebración de los misterios de Cristo, especialmente el sacrificio de la Eucaristía y el sacramento de la reconciliación, para alabanza de Dios y santificación del pueblo cristiano, según la tradición de la Iglesia?
El elegido:
Si, quiero.
El Obispo:
¿Estás dispuesto a invocar la misericordia divina con nosotros, en favor del pueblo que te sea encomendado, perseverando en el mandato de orar sin desfallecer?
El elegido:
Si, quiero.
El Obispo:
¿Quieres unirte cada día más a Cristo, sumo Sacerdote, que por nosotros se ofreció al Padre como víctima santa, y con él consagrarte a Dios para la salvación de los hombres?
El elegido:
Si, quiero, con la Gracia de Dios.
Seguidamente, el elegido se acerca al Obispo y, de rodillas ante él, pone sus manos juntas entre las manos del Obispo.
El Obispo interroga al elegido, diciendo, si es su Ordinario:
¿Prometes respeto y obediencia a mí y a mis sucesores?
El elegido:
Prometo.
El Obispo concluye siempre:
Dios, que comenzó en ti la obra buena, él mismo la lleve a término.
SÚPLICA LITÁNICA
Seguidamente, todos se levantan.
El Obispo, dejando la mitra, de pie, con las manos juntas y de cara al pueblo, hace la invitación:
Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que derrame generosamente sus dones sobre este elegido para el ministerio de los presbíteros.
Entonces el elegido se postra en tierra, y se cantan las letanías, respondiendo todos; en los domingos y durante el Tiempo Pascual, se hace estando todos de pie y en los demás días de rodillas, en cuyo caso el diácono dice:
Pongámonos de rodillas.
Los cantores comienzan las letanías (las invocaciones sobre el elegido se hacen en singular).
Concluido el canto de las letanías, el Obispo, en pie y con las manos extendidas, dice:
Escúchanos, Señor, Dios nuestro, y derrama sobre este siervo tu Espíritu Santo y la gracia sacerdotal; concede la abundancia de tus bienes a quien consagramos en tu presencia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟. Amén.
El diácono, si el caso lo requiere, dice:
Pueden levantarse.
Y todos se levantan.
IMPOSICIÓN DE MANOS
Y PLEGARIA DE ORDENACIÓN
El elegido se levanta; se acerca al Obispo, que está de pie delante de la sede y con mitra, y se arrodilla ante él.
El Obispo le impone en silencio las manos sobre la cabeza.
Después de la imposición de manos del Obispo, todos los presbiteros presentes, vestidos de estola, imponen igualmente en silencio las manos sobre el elegido.
Tras dicha imposición de manos, los presbiteros permanecen junto al Obispo hasta que se haya concluido la Plegaria de Ordenación, pero de modo que la ceremonia pueda ser bien vista por los fieles.
Estando el elegido arrodillado ante él, el Obispo, sin mitra, con las manos extendidas, dice la Plegaria de Ordenación:
Asístenos, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, autor de la dignidad humana y dispensador de todo don y gracia; por ti progresan tus criaturas y por ti se consolidan todas las cosas. Para formar el pueblo sacerdotal, tú dispones con la fuerza del Espíritu Santo en órdenes diversos a los ministros de tu Hijo Jesucristo.
Ya en la primera Alianza aumentaron los oficios, instituidos con signos sagrados. Cuando pusiste a Moisés y Aarón al frente de tu pueblo, para gobernarlo y santificarlo, les elegiste colaboradores, subordinados en orden y dignidad, que les acompañaran y secundaran.
Así, en el desierto, diste parte del espíritu de Moisés, comunicándolo a los setenta varones prudentes con los cuales gobernó más fácilmente a tu pueblo.Así también hiciste partícipes a los hijos de Aarón de la abundante plenitud otorgada a su padre, para que un número suficiente de sacerdotes ofreciera, según la ley, los sacrificios, sombra de los bienes futuros.
Finalmente, cuando llegó la plenitud de los tiempos, enviaste al mundo, Padre santo, a tu Hijo, Jesús, Apóstol y Pontífice de la fe que profesamos. Él, movido por el Espíritu Santo, se ofreció a ti como sacrificio sin mancha, y habiendo consagrado a los apóstoles con la verdad, los hizo partícipes de su misión; a ellos, a su vez, les diste colaboradores para anunciar y realizar por el mundo entero la obra de la salvación.
También ahora, Señor, te pedimos nos concedas, como ayuda a nuestra limitación, estos colaboradores que necesitamos para ejercer el sacerdocio apostólico.
Te pedimos Padre Todopoderoso, que confieras a este siervo tuyo la dignidad del Presbiterado; renueva en su corazón el Espíritu de santidad; reciba de ti el segundo grado del Ministerio Sacerdotal y sea, con su conducta, ejemplo de vida.
Sea honrado colaborador del orden de los obispos, para que por su predicación, y con la gracia del Espíritu Santo, la palabra del Evangelio dé fruto en el corazón de los hombres y llegue hasta los confines del orbe. Sea con nosotros fiel dispensador de tus misterios, para que tu pueblo se renueve con el baño del nuevo nacimiento, y se alimente de tu altar; para que los pecadores sean reconciliados y sean confortados los enfermos. Que en comunión con nosotros, Señor, implore tu misericordia por el pueblo que se le confía y en favor del mundo entero. Así todas las naciones, congregadas en Cristo, formarán un único pueblo tuyo que alcanzará su plenitud en tu Reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
UNCIÓN DE LAS MANOS
Y ENTREGA DEL PAN Y EL VINO
Concluida la Plegaria de Ordenación, se sientan todos. El Obispo recibe la mitra. El ordenado se levanta. Los presbiteros presentes tornan a su puesto; pero uno de ellos coloca al ordenado la estola al estilo presbiteral y le viste la casulla.
Seguidamente, el Obispo toma el gremial y, oportunamente informado el pueblo, unge con el sagrado crisma las palmas de las manos del ordenado, arrodillado ante él, diciendo:
Jesucristo, el Señor, a quien el Padre ungió con la fuerza del Espíritu Santo, te auxilie para santificar al pueblo cristiano y para ofrecer a Dios el sacrificio.
Seguidamente, el Obispo toma el gremial y, oportunamente informado el pueblo, unge con el sagrado crisma las palmas de las manos del ordenado, arrodillado ante él, diciendo:
Jesucristo, el Señor, a quien el Padre ungió con la fuerza del Espíritu Santo, te auxilie para santificar al pueblo cristiano y para ofrecer a Dios el sacrificio.
Después, Obispo y ordenado se lavan las manos.
Seguidamente, los fieles llevan el pan sobre la patena y el cáliz, ya con el vino y el agua, para la celebración de la Misa. El diácono lo recibe y se lo entrega al Obispo, quien a su vez lo pone en manos del ordenado, arrodillado ante él, diciendo:
Recibe la ofrenda del pueblo santo para presentarla a Dios. Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras, y conforma tu vida con el misterio de la cruz del Señor.
Finalmente, el Obispo besa al ordenado, diciendo:
La paz contigo.
El ordenado responde:
Y con tu espíritu.
Y lo mismo hacen todos o al menos algunos presbiteros presentes.
Prosigue la Misa como de costumbre.
CREDO
(Símbolo Niceno-constantinopolitano)
℟. Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo,
En las palabras que siguen, hasta se hizo hombre, todos se inclinan.
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pílato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reíno no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
LITURGIA EUCARÍSTICA
CANTO DE OFERTORIO
CANTEMOS AL SEÑOR CON ALEGRÍA,
UNIDOS A LA VOZ DEL PASTOR SANTO;
DEMOS GRACIAS A DIOS, QUE ES LUZ Y GUÍA,
SOLÍCITO PASTOR DE SU REBAÑO.
ES SU VOZ Y SU AMOR EL QUE NOS LLAMA
EN LA VOZ DEL PASTOR QUE ÉL HA ELEGIDO,
ES SU AMOR INFINITO EL QUE NOS AMA
EN LA ENTREGA Y AMOR DE ESTE OTRO CRISTO.
CONOCIENDO EN LA FE SU FIEL PRESENCIA,
HAMBRIENTOS DE VERDAD Y LUZ DIVINA,
SIGAMOS AL PASTOR QUE ES PROVIDENCIA
DE PASTOS ABUNDANTES QUE SON VIDA.
APACIENTA, SEÑOR, GUARDA A TUS HIJOS,
MANDA SIEMPRE A TU MIES TRABAJADORES;
CADA AURORA, A LA PUERTA DEL APRISCO,
NOS AGUARDE EL AMOR DE TUS PASTORES.
Inciensa las ofrendas, la cruz y el altar. Después el diácono, u otro ministro, inciensa al sacerdote y al pueblo.
Después, de pie en el centro del aftar, de cara al pueblo, extendiendo y juntando las manos, dice:
Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, Sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
℟. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Luego el Sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración sobre las ofrendas:
Te pedimos, Señor, que, así como san José se entregó con piadoso afecto a servir a tu Unigénito, nacido de la Virgen María, merezcamos, también nosotros, servir a tu altar con un corazón puro.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟. Amén.
PREFACIO
La misión de San José
℣. El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
℣. Levantemos el corazón.
℟. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
℣. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
℟. Es justo y necesario.
El sacerdote prosigue el prefacio, con las manos extendidas:
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria en la solemnidad de san José.
Porque él es el hombre justo que diste por esposo a la Virgen Madre de Dios; el servidor fiel y prudente que pusiste al frente de tu familia para que, haciendo las veces de padre, cuidara a tu Unigénito, concebido por obra del Espíritu Santo, Jesucristo, Señor nuestro.
Por él, los ángeles alaban tu gloria, te adoran las dominaciones y tiemblan las potestades, los cielos, sus virtudes y los santos serafines te celebran unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:
SANTO
SANTO, SANTO, SANTO ES EL SEÑOR, DIOS DEL UNIVERSO.
LLENOS ESTÁN EL CIELO Y LA TIERRA DE TU GLORIA.
HOSANNA, HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO,
HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.
BENDITO, BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR.
HOSANNA, HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO,
HOSANNA, HOSANNA EN EL CIELO.
PLEGARIA EUCARÍSTICA III
El sacerdote, con las manos extendidas, dice:
CP:
SANTO eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus crea turas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre las ofrendas, dice:
CC:
Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz conjuntamente, diciendo:
de manera que se conviertan en el Cuerpo ✠ la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, Junta las manos. que nos mandó celebrar estos misterios.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión.
Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos.
Muestra el cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo adora haciendo genuflexión.
Luego dice:
CP:
Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.
℟. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice:
CC:
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
C1:
Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José, los apóstoles y los mártires, [san N.: santo del día o patrono] y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
C2:
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa Clemente, a nuestro Obispo Pablo, al orden episcopal, a este siervo tuyo que ha sido ordenado hoy presbítero de la Iglesia, a los demás presbíteros, a los diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo.
† A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria,
Junta las manos.
por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, los eleva y dice:
CP o CC:
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
RITO DE COMUNIÓN
Una vez depositados el cáliz y la patena sobre el altar, el sacerdote, con las manos juntas, dice:
Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó:
Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Solo el sacerdote, con las manos extendidas, prosigue diciendo:
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
℟. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Solo el sacerdote, con las manos extendidas, prosigue diciendo:
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: «La paz os dejo, mi paz os doy», no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad.
Junta las manos.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo y juntando las manos, alidde:
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade:
Dense fraternalmente la paz.
CORDERO DE DIOS
CORDERO DE DIOS, QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO,
TEN PIEDAD, TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
CORDERO DE DIOS, QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO,
TEN PIEDAD, TEN PIEDAD DE NOSOTROS.
CORDERO DE DIOS, QUE QUITAS EL PECADO DEL MUNDO,
DANOS, DANOS LA PAZ, LA PAZ.
El sacerdote hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un poco elevado sobre la patena o sobre el cáliz, de cara al pueblo, dice con voz clara:
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
℟. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
CANTO DE COMUNIÓN
(Misión)
QUÉ HERMOSOS EN LOS MONTES Y EN LAS COLINAS Y EN LAS COLINAS,
LOS PIES DEL MENSAJERO QUE VA DE PRISA, QUE VA DE PRISA.
LLEVA DENTRO LA TIENDA PARA SU ABRIGO,
EL SECRETO DEL REINO, LA PAZ DE CRISTO.
DONDE QUIERA QUE VAYAS YO ESTOY CONTIGO, YO ESTOY CONTIGO,
LEVÁNTATE NO TEMAS QUE YO TE ENVÍO, QUE YO TE ENVÍO.
YO NO TENGO PALABRAS, YO SOY UN NIÑO, YO SOY UN NIÑO,
TU VERDAD ME HACE LIBRE, PERO NO ATINO, PERO NO ATINO,
A DECIR TUS SECRETOS, NI TUS CAMINOS,
NI A REVELAR TU ROSTRO MIENTRAS TE SIGO. ℟.
TÚ PUSISTE EN MIS MANOS GRANO Y VACÍO, GRANO Y VACÍO,
HERRAMIENTA Y FATIGA, PAN Y VASIJA, PAN Y VASIJA.
TÚ PUSISTE LA LLUVIA Y EL SOL FECUNDO
Y LA CUENTA INFINITA DE TUS GAVILLAS. ℟.
SIEMPRE ESTOY COMENZANDO NUEVA TAREA, NUEVA TAREA,
PORQUE TÚ ME ACOMPAÑAS Y TÚ ME GUÍAS, Y TÚ ME GUÍAS.
PORQUE TÚ ME LO MANDAS PARA QUE SEA
UN GRANO DE PALABRA, DE VIDA NUEVA. ℟.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Luego, de pie en el altar o en la sede, el sacerdote, vuelto hacia el pueblo, con las manos juntas, dice:
Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio durante unos momentos, a no ser que este silencio ya se hdya hecho antes. Después el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración después de la Comunión:
Defiende, Señor, con tu protección continua a tu familia, alegre por la solemnidad de san José, y, al saciarla con el alimento de este altar, conserva con bondad tus dones en ella.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
℟. Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN
BENDICIÓN
Después tiene lugar la despedida. El sacerdote, vuelto hacia el pueblo, extendiendo las manos, dice:
El Señor esté con ustedes.
℟. Y con tu espíritu.
El obispo, con las manos extendidas sobre el presbítero recién ordenado y el pueblo, dice:
Inclínense para recibir la bendición.
℣. Dios, que dirige y gobierna la Iglesia, te proteja siempre con su gracia para que cumplas fielmente el ministerio presbiteral.
℟. Amén.
℣. Que él te haga servidor y testigo en el mundo de la verdad y del amor divino, y ministro fieles de la reconciliación.
℟. Amén.
℣. Y que te haga pastor verdadero que distribuya a los fieles la palabra de la vida y el pan vivo, para que crezcan en la unidad del cuerpo de Cristo.
℟. Amén.
Y bendice a todo el pueblo añadiendo:
℣. Y a todos ustedes, que están aqui presentes, los bendiga Dios todopoderoso, Padre ✠, Hijo ✠, y Espíritu ✠ Santo.
℟. Amén.
Luego el diácono, o el mismo sacerdote, con las manos juntas, vuelto hacia el pueblo, dice:
Pueden ir en paz.
℟. Demos gracias a Dios.
Después el sacerdote venera el altar con un beso, como al comienzo. Seguidamente, hecha una inclinación profunda con los ministros, se retira.
CANTO DE SALIDA
(Peregrinos de Esperanza)
LLAMA VIVA PARA MI ESPERANZA,
QUE ESTE CANTO LLEGUE HASTA TI,
SENO ETERNO DE INFINITA VIDA,
ME ENCAMINO, YO CONFÍO EN TI.
TODA LENGUA, PUEBLOS Y NACIONES
HALLAN LUCES SIEMPRE EN TU PALABRA.
HIJOS, HIJAS, FRÁGILES, DISPERSOS,
ACOGIDOS EN TU HIJO AMADO. ℟.
DIOS NOS CUIDA, TIERNO Y PACIENTE
NACE EL DÍA, UN FUTURO NUEVO.
CIELOS NUEVOS Y UNA TIERRA NUEVA.
CAEN MUROS GRACIAS AL ESPÍRITU. ℟.
UNA SENDA TIENES POR DELANTE,
PASO FIRME, DIOS SALE A TU ENCUENTRO.
MIRA AL HIJO QUE SE HA HECHO HOMBRE
PARA TODOS, ÉL ES EL CAMINO. ℟.
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